Cooperativa Popular de Apoyo Mutuo: La crisis la superamos entre todas
Después de octubre, somos el Pueblo.
El estallido social en Chile dejó un cambio de subjetividad, que avizora las grandes posibilidades de cambio real en nuestro país, una vez el proceso de lucha continúe. Este cambio subjetivo tiene como máxima expresión el surgimiento dicotómico de un antagonismo entre el pueblo trabajador y los dueños de la riqueza y el poder. Hasta antes de octubre, las movilizaciones no habían logrado instalar al sujeto popular en el centro de la política, desde octubre el panorama cambió, llevó la discusión política a nuestros hogares, a la mesa de cada familia.
Por primera vez en mucho tiempo, para las grandes mayorías dejamos de ser todas y todos los mismos, los que luchan y se levantan como si Chile fuera un grupo homogéneo de sujetos siempre solidarios que luchan contra toda adversidad, el pueblo despertó y ese es el triunfo más importante que hemos logrado hasta ahora. El pueblo despertó y se constituyó como un sujeto de transformación. La energía desatada y la inexistencia de una conducción unificada, evidencian la necesidad de que el pueblo avance en la constitución de sus propias orgánicas, sus propias referencias, y que salga a conquistar, de forma articulada, lo que se le ha arrebatado.
Como UKAMAU somos expresión de estas representatividades populares, con un recorrido propio de lucha, construyendo poder popular con una política distinta, de liberación, emancipadora y digna. La dignidad de exigir lo justo, lo siempre arrebatado y saber que es meritorio, porque el esfuerzo que realizamos día a día, en el trabajo, fuera y dentro de nuestras casas, barrios y pueblos, merece más que un par de chauchas.
Sin embargo, el sujeto popular no es el único que se demarcó claramente con la revuelta popular, las clases dominantes, sus intereses ruines y mezquinos quedaron al descubierto. Chile se fracturó como se fractura la sociedad cuando la lucha de clase se hace evidente, siempre continua, muchas veces vedada. Ellos, los privilegiados, los dueños de todo, nos hartaron. Que compremos flores, que nos levantemos más temprano, que los consultorios son centros de reunión social y tanta caradurez, que no expresa más que su verdadera forma de vernos a nosotros los pobres del campo y la ciudad, al pueblo de Chile.
Si nos constituimos en un “nosotras”, ellos se convirtieron en un “otro”, lo que no queremos, a los que les gritamos ¡ya basta! Esta nueva subjetividad creó sus expresiones, sus nuevas banderas. Nos tomamos la calle y la hicimos bella, pintamos en los muros el dolor que guardábamos y nuestros proyectos hechos consignas; perdimos el miedo.
Después del receso del verano, marzo se adelantó y como la historia no es solo voluntad, apareció un problema que no esperábamos: el coronavirus.
Más que una crisis sanitaria
La crisis del coronavirus no es una crisis sanitaria, es como mínimo un problema de salud pública. Esta pandemia guarda muchas diferencias con respecto a las que hemos visto a lo largo de la historia humana. Además de ser una enfermedad tremendamente contagiosa, también arrasó con varios de los mitos del triunfalista modelo capitalista. Demostró que la verdad del mundo global era solo economías dependientes y centros de explotación, que lo que sucede en las películas de Hollywood no es verdad. Que, ante una amenaza global, en la que podríamos demostrar coordinación y tecnología, es el individualismo burgués lo que prima, el sálvese quien pueda, lógica que también se expresa en el “quédate en casa”, donde la realidad del vecino poco importa.
Los países del cono sur somos los menos preparados para afrontar esta pandemia. El ajuste neoliberal de los últimos 30 años condujo a la destrucción de la salud pública, y la investigación científica y tecnológica capaz de hacer frente a esta situación. La destrucción total de toda seguridad social que queda al descubierto, y que en Chile no podría ser más evidente con las suspensiones de goce de sueldo y los despidos masivos.
Si el miedo a la recesión era el argumento de los otros, los poderosos, para frenar el estallido social, su discurso se verá doblemente reforzado e intentaran instalar un discurso culposo, que nos traslade, pasada la pandemia, a nuestros centros de producción y reproducción social cabeza abajo. No solo nos harán pagar la crisis, si se los dejamos, también intentarán hacer que reactivemos la producción con esfuerzo para seguir quedándose con la torta.
Nosotros, el pueblo. No solo debemos protegernos de un virus, que más allá de los debates sobre su origen, es real y deja mayormente vulnerable a nuestra población, que no cuenta con helicópteros y aviones para tratamientos de urgencia en un país de pocos ricos y muchos pobres, donde hasta las camas donde serán atendidos nuestros enfermos refleja la asquerosa desigualdad de nuestro país. Sino que también debemos cuidarnos del avance del capital, expresado en las políticas de Piñera, que se aprovechó de esta realidad para golpearnos por nuestra valentía. No nos perdonan el habernos levantado contra ellos, por eso atentan contra nuestros bolsillos, atentan contra nuestras vidas, contra nuestra supervivencia. Después de habernos quitado todo, ahora nos quieren sacar el pan de la mesa para inmovilizarnos.
El telón de fondo
La pandemia se agrava por el propio funcionamiento de la sociedad capitalista, porque detrás de la revuelta popular, detrás del coronavirus, se avecina una recesión económica mundial, en América Latina el 2019 cerró con un crecimiento regional (según la CEPAL) de solo un 0,1% y las posibilidades de terminar en azul este año se alejaron en los primeros tres meses [1]. Por esto es importante no solo evaluar la situación actual, sino también prever lo que viene. Si nuestra vida en los últimos 30 años ya había sido amenazada constantemente por el modelo neoliberal, y su ataque contra los derechos sociales, es este modelo el que debemos derribar ahora, sino el panorama para Chile, será de más de 30 años de lo mismo: desigualdad e injusticia. Sí en octubre era importante avanzar en la llamada agenda chica, hoy es esencial. Se trata de defender la vida, hay que salir con todo para cambiar el modelo de acumulación, y terminar con las grandes ganancias de privilegio de los de arriba.
El coronavirus profundizó el panorama recesivo y la crisis económica mundial, pero a diferencia de la economía vulgar que identifica los fenómenos contingentes como la causalidad de las crisis económicas, nosotros entendemos que es la propia especulación capitalista la causa de fondo. Por un lado, tenemos retroceso económico, por el otro los grandes bancos centrales del capitalismo emiten dinero a destajo, otro mito que cae. En un contexto donde las empresas en riesgo como Latam en Chile salen a pedir más Estado, subsidios y salvatajes al estilo 2008. ¿Quién va a pagar la crisis?, ellos esperan que seamos nosotras, las y los trabajadores quienes paguemos el endeudamiento y la inyección estatal a privados, nuevamente la colusión de los de arriba, el abuso.
Luchar, contra los de arriba y contra el hambre
Según la OIT se espera para este año un aumento del desempleo en el mundo de entre 5,3 millones a 24,7 millones de trabajadores [2]. El hambre se aparece como una amenaza real, que golpeará las puertas de nuestros hogares, y no la de ellos si no logramos poner fin a esto ahora.
Por eso debemos empezar a prepáranos desde ya para la batalla por venir, debemos poner en ejercicio esa nueva subjetividad surgida al calor del estallido social, y buscar formas de coordinar la solidaridad del pueblo. Solo el pueblo salva al pueblo, y ante el futuro de hambre y de las luchas por venir, debemos poner en práctica el ingenio y la experiencia popular para afrontar el coronavirus y la crisis económica que profundiza.
Debemos ser ingeniosos en nuestras propias prácticas, demostrar que el pueblo, las trabajadoras y trabajadores de Chile, podemos llevar una práctica política autorganizada y de autogestión, que deje en claro nuestra enorme potencialidad de coordinación y de apoyo mutuo. En nuestra América Latina tenemos miles de experiencia de organización autogestiva y popular. Que han demostrado la enorme capacidad del pueblo de organizarse en solidaridad con el pueblo mismo en contextos de crisis.
En América Latina cuando el capitalismo ha avanzado sobre los bolsillos de nosotras y nosotros, arrojando a nuestra clase a la desocupación masiva, los proyectos cooperativistas y de autogestión han sido una herramienta de economía solidaria y popular para la resistencia, la cooperación mutua potencia la solidaridad popular, pone en el centro lo colectivo, instaura formas democráticas de convivencia y subvierte los tópicos de la economía, poniendo la vida humana y nuestras necesidades en el centro.
Las experiencias de producción y consumo autogestionadas, como las redes de comercio justo, como nuestra cooperativa de consumo popular que lanzamos hoy, no solo son importantes porque nos ayudan a protegernos de manera conjunta de los momentos difíciles, sino que también desarrollar y fortalecer experiencias de control sobre la distribución de los bienes necesarios para la vida de nuestra gente, prefigurar la sociedad futura, aunque sea en una escala barrial, a expandir y potenciar en el nuevo Chile que buscamos construir.
Por eso es que desde UKAMAU nos planteamos un nuevo desafío, y levantamos hoy la Cooperativa Popular de Apoyo Mutuo (COPAM). Los poderosos aprovechan el contexto de la pandemia y avanzan sobre el pueblo, en el plano político, económico y cultural, adelantando las políticas de ajuste para la crisis que se avecina. Nosotras también nos organizamos solidariamente y por las demandas urgentes para nuestra gente. Así como levantamos COPAM para salir a enfrentar la crisis y el hambre. También exigimos la suspensión de despidos, la eliminación del IVA y el congelamiento de precios en los productos básicos, un sueldo mínimo garantizado para las trabajadoras y trabajadores de Chile, y una reforma tributaria de emergencia a las grandes fortunas. Porque la única forma de terminar con las desigualdades, hacer la dignidad una costumbre y conquistar la vida buena es la lucha por una sociedad superior, que supere el capitalismo neoliberal de estos 30 o 50 últimos años.
12 de Abril 2020
[1] CEPAL. Hora Cero: Nuestra región de cara a la pandemia. Columna de opinión de Alicia Bárcena, Secretaria ejecutiva de la CEPAL. 31 DE MARZO DE 2020, en: http://www.cepal.org/es/articulos/2020-hora-cero-nuestra-region-cara-la-pandemia [2] El COVID-19 podría cobrarse casi 25 millones de empleos en el mundo, afirma la OIT, en: http://www.ilo.org/global/about-the-ilo/news/WCMS_738766/lang-es/index.htm