La derecha insiste en mostrarse como una fuerza unida y fortalecida, a diferencia de la oposición que estaría dividida y debilitada. Ayer, 11 de enero, se inscribieron las listas para las elecciones de abril, y a primera vista, efectivamente, la derecha aparece unida en una única lista y la oposición fragmentada en al menos cinco. Pero, este relato y primera impresión oculta una realidad distinta: la derecha está en verdad atrincherada, atemorizada, y cohesionada por el miedo a la emergencia del pueblo de octubre de 2019 (calle) y 2020 (urnas).
El gran capital se ha replegado ante el asedio de diversas fuerzas (democráticas, progresista y socialistas) que lo desafían y amenazan. La cohesión y unidad de la derecha (el castillo) existe porque existe el asedio. No obstante, el cerco no tiene una única conducción ni objetivo aún, más bien se encuentra en proceso de disputa interna, justamente para establecer dicha vanguardia y orientación. Entre el castillo y el asedio, finalmente, existe una vieja fuerza que necesita diluir el conflicto para no perecer por el fuego cruzado.
En otras palabras, la unidad y la fragmentación en las listas inscritas ayer expresa la posición y disposición de los distintos bandos. La derecha está obligada a la unión para defenderse, asegurando 1/3 de los miembros de la Convención, mientras que en la Oposición se está todavía resolviendo quién conduce el ataque y cuál será el carácter de éste.
En este contexto, posiblemente se tienda a restablecer el esquema de los 3/3 (derecha conservadora, concertación estabilizadora, FA-PC transformadora), donde lo “viejo” coexistirá con lo “nuevo” y el equilibrio del sistema dependerá del centro político que negociará a dos bandas (con la derecha y la izquierda). Pero, incluso esta forma de procesamiento institucional del conflicto no está garantizada porque existen todavía elementos de incertidumbre importantes.
¿Cuál será el % de la participación electoral en abril? ¿Continuará el aumento de la participación de jóvenes y sectores populares, en favor de los cambios? ¿Cuál será el nivel de dispersión de votos en la Oposición y la gravedad de su daño a las opciones de cambio? ¿Las listas testimoniales tendrán como efecto práctico el aumento de los escaños para la derecha? ¿Surgirá una tercera opción, más allá de las dos listas competitivas (con base electoral)? Y el más relevante, ¿cuál será el nivel de deliberación y movilización social que acompañará el proceso constituyente?
La profundidad de los cambios dependerá, en buena parte, de qué tan asediado por el pueblo esté el Palacio Pereira, lugar elegido para la deliberación del órgano constituyente. Sin ese pueblo vivo en las calles no será posible avanzar en la constitución de una república democrática y popular en la institucionalidad. Ocupar un escaño en la Convención será importante, pero estar en la calle será fundamental.