Esta semana se conocieron imágenes de las cámaras de Carabineros donde celebran la caída de un menor de edad lanzado al río Mapocho por un funcionario: “Bien, un weon menos” se puede escuchar en la grabación. También hemos podido ver a las fuerzas militares desplegadas por tierra y aire en torno a las comunidades mapuche en conflicto en la región de la Araucanía (militarización de la macro zona sur). Estos hechos no son aislados. Según el INDH y otros organismos, a propósito de las manifestaciones de 2019 y 2020, este gobierno encarceló a más de 2000 personas, dio muerte a decenas, hirió a más de 3000, 1681 con disparos de perdigones, 271 con lacrimógenas, 190 con balines y 51 con balas. Entre ellos 445 fueron heridos oculares, 34 con pérdida total o parcial de la vista.
También, por estos días, nos hemos enterado de la colusión del Gas, la evasión de impuestos y enriquecimiento indebido de Piñera y Kast, y del uso ilícito de recursos públicos para la campaña política del marido de la ministra de Desarrollo Social, Karla Rubilar.
Vale decir, a semanas de las elecciones presidenciales, parlamentarias y de cores, seguimos siendo testigos de la violencia y el saqueo protagonizado por la derecha y los poderosos en el gobierno.
Estos hechos tienen al gobierno de Piñera y a las instituciones en un estado de enorme des-legitimidad. En este escenario adverso, la apuesta electoral de estos sectores parece ser arriesgar: doble o nada. Han abandonado a Sichel (el candidato “moderado” que ganó primarias en la derecha) y buscan crear las condiciones sociales para un triunfo electoral de Kast (el candidato de la restauración autoritaria del neoliberalismo).
La estrategia parece ser desplegar una campaña del terror (chilezuela) para aumentar la incertidumbre en la sociedad y empujarla a votar por la opción que se presentará como la “salvación al caos y la destrucción”. Esto explica la absurda acusación del gobierno a Provoste y Boric como responsables de la violencia registrada en las protestas de este lunes 18 de octubre.
De esta forma, la oligarquía proyecta sobre el pueblo sus miserias. Los verdaderos violentistas y saqueadores, los que usan la violencia y roban a lo grande, aunque sea “de cuello y corbata”, apuntan con el dedo a la manifestación social para des-responsabilizarse, es decir, tomar la culpa de sus actos y atribuirlos a la sociedad. Esto explica por qué los responsables de la violencia y el robo de miles de millones de dólares realizado desde las instituciones del Estado se encuentran libres, mientras que la cárcel sigue siendo una realidad cierta para cualquier “vecino del barrio” que se manifieste o afecte la ley en asuntos menores.
Las protestas en contra del abuso y las injusticias no son el origen de la violencia en el país, más bien son un resultado, una respuesta, una reacción de rechazo a tanta arbitrariedad y desigualdad. La gente salió a protestar este 18 de octubre no solo para conmemorar dos años de la revuelta popular, también lo hizo para rechazar la impunidad con la que se va a ir del gobierno Sebastián Piñera, para cuestionar las colusiones y evasiones de impuestos en tiempos de crisis.
La manifestación social iniciada el 18 de octubre de 2019 dio origen al proceso constituyente, es decir, es parte de la solución no del problema. Sin las protestas del 18 y 25 de octubre, del 12 a 14 de noviembre, no habría posibilidad de democratizar el sistema político y económico a través de una nueva Constitución.
Es por esto que, este lunes 18 de octubre volvimos a las calles para luchar por nuestros derechos sociales y políticos. A primera hora nos manifestamos por nuestro derecho a la vivienda y ciudad en la Alameda. Dando inicio, así, a las movilizaciones por el segundo aniversario de la revuelta popular, que terminó siendo una actualización de dicho proceso de impugnación social. Desde la tarde estuvimos en distintos territorios en manifestaciones locales de Santiago y regiones, y, por supuesto, en Plaza Dignidad, reivindicando la democratización política y económica del país, es decir, luchando para terminar con la violencia y el robo que la oligarquía realiza a la nación a través del Estado.
Editorial Ukamau
Miércoles 20 de Octubre 2021