La derecha ha encontrado en el asedio permanente a la Convención y al Gobierno la posibilidad de poner límites al proceso de transformaciones institucionales en curso. Simultáneamente fomenta y utiliza el miedo como herramienta política para conducir los sentidos comunes en favor de sus propuestas anti democráticas y anti populares. Vale decir, “por arriba” enmarcan y restringen a las fuerzas políticas y “por abajo” desarticulan y desorientan a una sociedad en crisis.
Un objetivo claro de esta estrategia es debilitar a la Convención, al Gobierno y a la sociedad. En términos específicos buscan evitar una nueva derrota en el plebiscito de salida, debilitar a la autoridad entrante e inmovilizar la fuerza motriz de las reformas estructurales: el pueblo movilizado.
Frente a este asedio, el gobierno ha buscado ampliar su base de apoyo hacía los partidos de la ex Concertación. Si bien esto podría ser útil para la disputa parlamentaria, trae consigo un efecto moderador del programa de transformaciones, es decir, permitiría alcanzar los votos para aprobar proyectos de leyes, a costa de su moderación o desnaturalización. Por ejemplo, reduciendo la jornada laboral a 40 horas, pero permitiendo la intensificación del trabajo dentro de este tiempo, o elevando el salario mínimo a 500.000, pero a un plazo (fin del mandato) en donde la inflación hará estéril dicho aumento.
No debemos olvidar que el proceso constituyente y el ascenso al poder ejecutivo se sostuvo en la movilización de una sociedad descontenta con los abusos, injusticias y desigualdades generadas por el modelo, que exige transformaciones profundas. Negar la existencia de este pueblo y su capacidad de movilización en favor de los cambios es un error estratégico que Apruebo Dignidad no se puede permitir.
La tarea fundamental del gobierno es conducir al país hacia la superación de la crisis neoliberal. Los salarios y jubilaciones de las grandes mayorías trabajadoras son insuficientes para costear la vida. El aumento de los precios de los productos y servicios básicos acentúa esta crisis. Esta incertidumbre estructural está a la base de la inseguridad que siente la ciudadanía. Este miedo no se combate con represión sino con Justicia Social, esto es, certidumbre en el trabajo, la remuneración y previsión; en la salud y la educación; en la vivienda y el agua.
Corresponde a la sociedad organizada y movilizada empujar y sostener las profundas transformaciones políticas que puede llevar adelante la Convención y el Gobierno. Cada uno de nuestros derechos fue conquistado en la lucha social y política. No es el momento histórico para caer en evasiones o atajos, zonas de confort o idealismos, burocratizaciones o cooptaciones, tenemos una responsabilidad con nuestra gente, con nuestros hijos, con nuestra historia.
Con la memoria intacta, con las banderas en alto, con métodos actualizados, con los objetivos fijos, continuamos homenajeando a los nuestros –este 29 de marzo– de la mejor forma posible: transformando en realidad el poder popular.
Editorial Ukamau
Martes 29 de Marzo 2022