El 8 de Octubre, en un canal de televisión privado, Piñera decía que en medio de esta América Latina “convulsionada”, Chile era un “verdadero oasis”. Tan solo 10 días después de que el presidente se vanagloriara del éxito del modelo chileno, en la calle el malestar contenido por más de 30 años, estalló. El 18 de Octubre se ha transformado en una bisagra de nuestra propia historia; el pueblo, en la calle, se auto proclamó despierto e impugnó un modelo fallido y una democracia cuestionable. Del “Oasis” poco quedó en pie, y Chile mostró una verdad oculta entre el aparente progreso y el verticalismo presidencial: hay que cambiar todo lo que debe ser cambiado.
Lamentablemente, los procesos históricos no se dan siempre en los contextos que uno quisiera y el despertar de Chile y su impugnación al modelo, se dio de cara contra una crisis económica y una crisis sanitaria que a todas luces, se anuncia devastadora para los sectores populares. El mismo gobierno que nos respondía con balas y mutilación en octubre, ahora hacia oídos sordos a la comunidad que exigía protección y apoyo estatal a miles de familiar que quedaban a merced del hambre, en un sistema que prioriza la ganancia sobre la vida, y un país con un gobierno que se esmera en intentar ser el mejor alumno del neoliberalismo.
En un contexto absolutamente desfavorable, vuelve a emerger el pueblo, pero esta vez saliendo a defender a su gente, no en la primera línea de las marchas por un cambio necesario, y a la que volveremos, si no en cada uno de nuestros barrios, con nuestra gente. Donde el Estado no llega, ciego hasta las últimas consecuencias para defender su adorado modelo económico neoliberal, es el pueblo que sale a sanitizar en primera instancia y luego garantizar el pan, a cada vecino y vecina que lo necesita, porque nos volvimos a encontrar mostrando esa época solidaridad chilena que emerge con cada desastre socioambiental en nuestro país, es solidaridad de los de abajo, solidaridad del pueblo.
La economía popular es poder popular, porque plantea formas alternativas y muestra que se puede encarar la cotidianidad de otra manera, fuera del individualismo al que nos tienen acostumbradas.
El poder popular siempre surge en un terreno de disputa y esta vez, las organizaciones sociales y políticas del campo popular reaccionamos antes de que el gobierno siquiera pensara en el hambre que la crisis sanitaria y económica traería como consecuencia. En la primera reunión de nosotras, cuando se declara el estado de emergencia, nos dimos cuenta que la crisis financiera acelerada con el Covid-19, seria hambre para las nuestras, y empezamos a actuar.
La Cooperativa Popular de Apoyo Mutuo (COPAM), fue nuestra primera iniciativa; planteamos que si comprábamos juntas a los proveedores, podríamos generar un ahorro en las casas nuestras, de nuestras vecinas y vecinos, de nuestra gente.
La economía popular es poder popular, porque plantea formas alternativas y muestra que se puede encarar la cotidianidad de otra manera, fuera del individualismo al que nos tienen acostumbradas. La economía popular como estrategia de resistencia, es a su vez pre-figurativa, demuestra que juntas podemos hacer las cosas de otro modo, cuidando a nuestra gente. Y no es que aquí digamos que no debemos exigir al Estado que esté a la altura; debemos hacerlo. Pero también creemos que no podemos solo exigir de brazos cruzados y esperar.
Por otro lado, y es importante recalcarlo, cuando hablamos de economía popular, hablamos también de economía feminista; nosotras somos las que cargamos con las experiencias del hogar, por eso el “comprando juntas”. Sabemos y sentimos la preocupación por el hambre, y el mensaje que entregamos es que juntas podemos salir de esta crisis.
Las ollas populares, son otro ejemplo y también estamos en ellas. Nacieron para enfrentar el hambre, una palabra que les molesta hasta leer a los poderosos que les gustaría vivir en ensoñadas potencias nórdicas. Lo que nos pasa a nosotras, pasa en todos los países, somos el mismo pueblo. Las ollas son ejemplo de auto organización, en las cuales el Estado y el gobierno de Chile se niegan a ayudar; ahí llegamos nosotras con un plato de comida, sosteniendo con mucho esfuerzo estas respuestas de resistencia al hambre y al desempleo. La historia nos hace reflexionar y eso es muy importante para nosotras: El estallido social denunciaba un modelo político-social que heredó, y sin mucha resistencia, una constitución opresiva dictatorial. El estallido puso en tabla la discusión de cambio constitucional. Ahora estas ollas populares nos recuerdas las ollas del 82’ y del 83’, de las que nos hablaban nuestras madres, nuestras abuelas. Estas dejan ver lo poco que hemos avanzando; la dignidad de nuestras compañeras, vecinas y vecinos es la hoja de ruta de nosotras, y seguiremos dando la pelea ahora en este nuevo escenario hasta construir la vida buena.
Este mediodía colaborando en la Olla Común de mis compañeras de @CopamChile @MpUkamau junto a @JorgeLopez2409 y las liderezas y voceras @TeresitaUkamau @doris_gonzalez_
En Roman Salinas 2020 #Cerrillos
¡Con organización enfrentamos la crisis!#Chile #Ukamau #DíaDelNiñoyLaNiña pic.twitter.com/kQYqomt30Q— Victoria Herrera (@_VictoriaH__) August 16, 2020
Hoy miércoles cocinamos en la olla común de Los Nogales. Seguimos trabajando juntas y juntos, ¡porque con organización enfrentamos la crisis!
Posted by Victoria Herrera on Wednesday, August 12, 2020
👉 Nuestros compañeros culminando una gran jornada de trabajo en la Olla Común, donde además el día de hoy contamos con…
Posted by Copam Cerrillos on Sunday, August 16, 2020
Victoria Herrera,
Vocera Nacional Ukamau
17 de Agosto, 2020