Editorial Ukamau: “¿Lista única o constituir una alternativa democrático-popular al neoliberalismo?” – Lunes 4 de Enero

Pongámonos en el hipotético escenario de que la Oposición en su conjunto, desde la DC hasta el PC, pasando por el FA, llegase al acuerdo de una lista única. ¿Qué ocurriría? La ex Concertación hegemonizaría dicha lista y la opción de la derecha aparecería a primera vista derrotada en las elecciones de abril de 2021, mas, le bastaría alcanzar 1/3 de los escaños de la Convención para mantener su posición de negociación.

Esto solo a primera vista porque la realidad es más compleja. La oligarquía chilena realizó un aprendizaje histórico en la experiencia de la Unidad Popular, a saber, cuando los partidos institucionalizados se dividen y enfrentan en términos absolutos, la democracia entra en crisis, el pueblo desborda la institucionalidad, y finalmente sus privilegios se ven amenazados.  Algunas de las fuerzas políticas de centro (DC) y de izquierda (PS) de la época también realizaron aprendizajes en forma de mea culpas por la crisis de 1973 que las condujo a similares conclusiones. La reforma estructural, el avanzar sin tranzar, el camino propio, fue abandonado en una revaloración por el régimen democrático liberal, en dictadura.

La transición a la democracia sostenida -en parte- en la integración de algunos de estos mismos líderes de la Oposición a la dictadura, a la administración del Estado (y luego, incluso del capital) y la política de los acuerdos, confirmó este aprendizaje: La política es un asunto de la elite, donde se puede competir, pero no combatir, y en la que el pueblo no debe participar (como sujeto).

En caso de que la hipotética lista única de Oposición arrasara en las urnas a la derecha, las cúpulas de estos sectores políticos (DC, PS, PPD, PR) no utilizarán dicha mayoría o posición de legitimidad para derrotar estratégicamente a la derecha, es decir, modificar el modelo. No lo harán porque también se benefician u obtienen privilegios de éste. En parte, esto explica la crisis interna de estos partidos, originada en el distanciamiento entre las directivas y sus bases que en muchos casos se sostiene casi solamente en el clientelismo.

La posibilidad de que el cambio profundo (anti oligárquico y anti neoliberal) que el pueblo exigió en las calles y las urnas se materialice en la política institucional depende de la conformación de una nueva fuerza político-social (con pueblo) que supere la vieja política (sin pueblo), y sea capaz de disputar los destinos del país.

De esta forma, en 2021 se enfrentarán dos “aprendizajes históricos”, de una parte, el oligárquico que guía a los partidos tradicionales a gobernar sin pueblo, de otra, el popular que empuja a los partidos anti neoliberales a levantar una alternativa de gobierno democrático popular que supere el modelo actual.

Sin embargo, el tiempo se les termina a ambas opciones. Sin más retiros del 10% la crisis económica comenzará a expresarse de forma más dura, al mismo tiempo en que la pandemia se reactivará o prolongará al límite de lo que la sociedad puede soportar. Lo cierto es que, más allá de la batalla por las ideas, los problemas materiales que dieron origen a la crisis no solo no se han resuelto, sino que se han profundizado. Las expectativas de cambio vía Convención Constitucional, primero, y nuevo Gobierno, después, también tendrá un espacio de tiempo para materializarse no muy extendido.

La pregunta histórica, entonces, que deberemos enfrentar no es sí nos subordinamos o no a la ex Concertación, en la fetichizada lista única, para ganar una batalla electoral y perder la guerra, sino si fuimos capaces de constituir una nueva fuerza social y política (con pueblo) capaz de disputar seriamente el futuro de nuestro país.

Editorial Ukamau
Lunes 4 de Enero 2021

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